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Crónicas de San Pedro Alcántara - T01-P22

Crónicas de San Pedro Alcántara - T01-P22: La Alcoholera de San Pedro Alcántara, 26 Julio 2021

Descripción

"La Alcoholera de San Pedro Alcántara" fue un elemento muy importante en el negocio de la caña de azúcar en la colonia agrícola afincada en lo que hoy es nuestro pueblo.

Aguardiente de caña, alcohol de hasta 97 grados y combustible para vehículos mezclado el alcohol con gasolina, eran algunos de los productos finales obtenidos en el ingenio fabril, situado precisamente hoy en lo que conocemos como barrio de El Ingenio.

Texto:

La caña obtenida en las primeras cosechas de la Colonia de San Pedro Alcántara, se vendía a fabricantes de la capital malagueña, pero el objetivo del fundador, Manuel Gutiérrez de la Concha, era construir un establecimiento industrial para lograr un mayor rendimiento económico. En mayo de 1871, se hizo realidad la apertura de la fábrica en un lugar estratégico, al borde de la carretera Málaga-Cádiz, situada a un kilómetro del caserío, para evitar molestias a sus habitantes, ahora llamado barrio de El Ingenio, antes de La Azucarera.

En él se sitúan algunos edificios del antiguo complejo fabril, hoy ejemplos de un patrimonio industrial digno de conservar y difundir. El más relevante es, sin duda, el que albergó la fábrica de alcohol, adquirido por el Ayuntamiento a petición de la Asociación de Vecinos Julio Romero de Torres en 1983, aunque el uso inicial de museo que se pretendió no se llevó a cabo, y se dedicó a uso escénico.

Las alcoholeras son complementos indispensables de las azucareras, ya que la melaza, líquido sobrante tras la obtención del azúcar, se puede convertir en alcohol y lograr diversos productos como aguardiente u otros licores. Desnaturalizado puede tener distintos usos en la industria química o farmacéutica.
Esto ocurrió en la azucarera de San Pedro Alcántara y, como en el resto de ellas, con el paso del tiempo, se remodelaron para adaptarlas a nuevos usos, como la molienda de caña o de remolacha, utilizando modernas tecnologías, cambiantes debido a la demanda, ampliando o añadiendo edificios a los originales.

De este modo, y con la dificultad añadida de rastrear en la dispersa documentación existente, conocemos que, en los primeros tiempos, existía una destilería y una fábrica de aguardiente y, conforme cambió la propiedad del establecimiento, se reformó hasta llegar a la definitiva en 1917, como aparece en alguna fotografía por muchos conocida.

Poco antes, en 1913, la alcoholera registraba una superficie de 1.808 metros cuadrados, de los cuales, 680 lo ocupaban los edificios: la torre, que contenía en varias plantas, los aparatos de destilación y rectificación, además de los depósitos y la báscula para la melaza, mientras que la nave rectangular adosada, se dedicaba a sala de fermentación. Aparte existían una sala de máquinas y un local para la venta directa.
Al menos funcionó hasta 1934, más allá del cierre de la azucarera, acaecido en 1915. Además de aguardiente de caña, el empleo de aparatos destiladores de hasta 6.500 litros, permitía obtener alcohol de hasta 97 grados, e incluso, se mezcló con gasolina para fabricar un líquido sustituto de ella.

En la actualidad, la torre, de planta cuadrada, mide 10 metros de lado y tiene una altura interior de 15,50 metros, distribuida en tres niveles, con una estructura metálica roblonada (clavos de remache en vez de tornillos). El entramado que soporta la cubierta, de teja plana alicantina, es una estructura de madera formada por cerchas con tirante metálico. En la fachada tiene una cenefa de azulejos con motivos geométricos en blanco y azul, y en relieve sobre un ladrillo en forma de rombo se superpone un cuadrado con las letras SPA entrecruzadas, un logotipo común en otros elementos de la Colonia.

Por último, la azotea presenta una forma muy original, con una balaustrada en forma almenada. Desde ella se divisa, además del pueblo de San Pedro Alcántara, las montañas Penibéticas al norte y el mar Mediterráneo al sur. Y si cerramos los ojos, podemos ver 150 años atrás los campos cubiertos de verdes cañaverales, y el trajín de las mercancías por el rectilíneo carril que desemboca en la playa, vagonetas repletas de sacos de azúcar para ser embarcadas en veleros, mientras otros barcos descargan carbón mineral y piezas de recambio para el funcionamiento de la alcoholera.


Texto original del historiador José Luis Casado Bellagarza, publicado en el Blog rosaverde.com, al cual agradecemos su colaboración. Edición y voz: Manuel Fernández Valdivia.

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